Pieza teatral de Sarah

Johanna Steinfelder /

Janette Mickan y equipo

Colaboración como coreógrafo

& Artista

“¡Eh, ahí está!”, me grita un policía cuando voy por la calle. Me doy la vuelta. ¿Se me acelera el pulso? ¿Me pregunto si he hecho algo mal? ¿Se activa mi reflejo de huida o me siento por fin seguro? La historia se divide aquí, dependiendo de quién soy, de cómo me leen, de si me he incluido en la sociedad y cómo. Pero también, dependiendo de quién es el policía, de quién me llama*.

A partir de entrevistas e informes, esta velada teatral examina la relación de los individuos con la policía. Para ello, el equipo de investigación se reunió con activistas políticos y agentes de policía, pero también con personas que, en situaciones cotidianas, han tenido experiencias muy diferentes con la policía. Junto con la cultura popular y la música en el escenario, los textos y las secuencias coreográficas ofrecen diferentes perspectivas de la relación del individuo con el aparato estatal. El foco está puesto en la cuestión de cómo es el encuentro con la policía y la cooperación social.

La policía es la única institución estatal que puede ejercer la violencia físicamente. Su apariencia funciona: un uniforme, un chaleco antibalas, una radio, un cinturón distintivo con un arma, esposas, una porra... todo lo que se necesita para exhibir físicamente y ejercer la superioridad. Ya sea en la música, en los libros infantiles, en los fetiches o en la calle, en todas partes se presenta a la policía como una institución de soberanía y sumisión. Y es precisamente ese estereotipo y ese gesto de poder el que se critica: si tengo miedo, llamo a la policía. Exijo que me protejan a mí, a mis bienes y a todo lo que me gusta tener.